jueves, 30 de septiembre de 2010

Vądε гetяo aŁ dєvεиĭr

Un tsunami de locura que arrebata en pos de sí, los pedazos de cordura que domaban el absurdo en el hombre, convirtiéndolo en un trasto irracional, análogo de albedrío a precio de vulnerabilidad.





Promesas que eran todo... y una bomba cae... mientras el recuerdo ferviente de Isabel en el crepúsculo del 8 de marzo se instalaba en mi mente, danzaba en mi memoria como el cabello de esa dulce dama al son del viento estival. No quería escuchar, ni ver nada, sólo pensar... estrepitosamente... en su voz floreciendo de mis oídos, que aún la retenían, mientras se dejaba admirar por mi embelesada entidad. Los que otrora fueron mis peores miedos, se convirtieron en mi realidad; y aterrado del espacio exterior, el ser interior se refugia en mi tembloroso cuerpo... como una crónica devastadora, el aniquilamiento es inminente... que emana la fétida debilidad que me caracteriza, mientras es neutralizada por el perfume eximio de su cálida piel, su cuello, sus manos, oh, sus manos tersas que se aferraban a mi cintura con ímpetu mientras, congelándose o desmantelándose, la periferia nos cercaba y se vencía como una frecuencia de onda... vestigios anegados de vida agónica y bloques de concreto... cuando sus ojos arredrados coincidieron con los míos, que enmascaraban su pavor con frágil denuedo, urdimos segundos colosales de paz en quiebre constante, retumbando bajo nuestros pies la tierra fracturada, mutilada, enlutada... gemidos, sirenas, luces, llamas, agua, niebla, gritos, ruido, sangre, polvo, calor... Amaba sus muecas hilarantes, su extravagante sentido del humor, confieso también, que compartía su asco hacia el arte cubista y la música de los tugurios; me llenaba de orgullo caminar o correr arrastrado de su mano; me henchía de placer conversar o callar, reír o criticar al mundo, a su lado.
A veces solíamos sentarnos en un banco de plaza por horas, quizás sin decir una sola palabra, sólo para sentir como todo alrededor fluctúa, se mueve, transita, mientras uno permanece inalterable, hermético de todo ello y del tiempo motriz.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Hambre

Chamaco golondrina

deja de llorar

Han pasado los años y las estaciones

Entre augurios y presagios

y la oscuridad

Muchacho de las bajas

y las altas horas

Se escucha en el oleaje de las vías

tu grito sentenciado

Chamaco golondrina

se huele en las calles tu hambre

El polvo y la miseria

te han robado tu esencia

frágiles tus manos

entre esclavo y soldado

se extinguió tu fé

Muchacho solitario

vives del recuerdo y la limosna.

martes, 7 de septiembre de 2010

Autobiografía - "Crónicas de una vida común"

Cierto día mis padres estaban desvelados y después de unos meses emergió mi entidad cigótica. Residí en un estrecho entorno de tibia placenta por algún tiempo más. Me aventuré al mundo exterior por un intersticio minúsculo e hirsuto, y descargué mi primer hálito de vida seguido por mi primer brote emocional. Lloré. Recibí nalgadas y sonrisas. Me paseaban de aquí para allá. Percibí claramente luces, sonidos, rostros y una profunda necesidad por estar con alguien, que luego me enteraría, sería mi madre.
Períodos gráciles, en donde mi único objetivo concreto era la adquisición de placer mediante simples patrones rutinarios: comer, dormir, defecar, jugar. Tengo miedos. Soy vulnerable, ignorante y dependiente. Creo amigos imaginarios. Usufructúo el tiempo y las personas. Estadios fértiles de sucesivo aprendizaje. Absorción del mundo objetivado. La rutina se perpetúa y se metamorfosea como mi cuerpo. Las proporciones cambian, los agudos se convierten en graves, la fuerza y la avidez se incrementan, crece el vello en la dermis. Mis células se reproducen a cada instante. Los años me dotan de conocimiento. Socializo. Recibo y ejerzo influencia. Externalizo mis ideas, a través de expresiones artísticas. Erijo una postura rebelde. Camino en contra del sistema y me dedico a pisar estructuras. Primaria y secundaria. Crecer implica nuevas responsabilidades. Me duelen los ovarios. La edad del pavo. Fase de maduración de áreas específicas. Dudas existenciales. Experiencias traumáticas, que dejan su impronta en la mente. Intervención divina. Adaptación a nuevos círculos sociales. Visión crítica del entorno. Identifico mis fortalezas y debilidades. Se desmoronan ciertos ideales. Deviene un lapso en el cual desdeño mis propios gustos y preferencias, porque en realidad sucede que están mutando. De a poco ostento seguridad y orgullo de mis
neo-tendencias. Ya, a esta altura, el desarrollo de mi cuerpo es más estable. Calzo 39 y peso alrededor de 54 Kg. El asiento de mis dedos, es el acorde de un piano, pero sigue siendo un deseo latente. Tomo mis propias decisiones, y admito, suelo equivocarme. El impulso de mis ideas, me llevó a iniciar una carrera nefasta, que no terminé. Incertidumbre. Advienen cambios en la constitución del núcleo familiar. Tengo intereses fuertemente marcados. Repelencia por el sexo opuesto. Incompatibilidad con el estereotipo femenino. Después de reflexionar sobre esas cosas, argüí que en realidad sentía predilección por la amistad masculina en detrimento de una relación amorosa y que adquirí una actitud claramente machista ante la vida. Despojo de tales ideas. Sucesión de nuevos acontecimientos. Adicción al café. Hábitos payasescos. Enamoramiento. Incursión en la Psicología. Aplicación de métodos inusuales para la eliminación del acné. Traición al surrealismo. Proposición de metas. Y una línea al infinito... al destino abstracto que me aguarda.