sábado, 17 de marzo de 2012

Confidencias de un fulano

15 de Marzo:

Cretino me dicen y, como todo cretino, debo repercutir la gentileza con una amplia sonrisa, rebosante de sarcasmo y sorna. Debo admitir que se me tensa la mandíbula tanto sonreír, porque bastante seguido me llaman cretino.

No he tenido grandes oportunidades para desarrollar el vasto potencial de mi carácter antipático, tampoco he tenido la necesidad. Orgullosamente sostengo mi perfil (vulgarmente denominado altanero), porque no necesito súbditos que se rían de mis chistes o aplaudan mis críticas o, más aún, que alaben mis virtudes. Estimarse como es debido no es un pecado, ¡hasta es un mandamiento!

Pero las lenguas filosas rebanan cabezas incesantemente, y no hay producto humano que se vea librado de sus comentarios.

¡Pobre de mi! Pudiera gritar si me lamentara en condición de víctima, pero ¡no señor! me untaré con vaselina para que sus opiniones me resbalen.

Nunca odié a nadie, pero sí he llegado al punto de sentir asco de algunas personas que carecen de sentido estético, moral y común. Mis apreciaciones de ésta índole se mantienen de la tráquea hacia adentro, jamás sentí el impulso de desenvainar la crítica mordaz (aunque han sobrado ocasiones), y por suerte porque los impulsos son difíciles de combatir (casi comandan la acción si uno suelta la correa).

Nota: ahí donde me mandaron el otro día, descubrí que también se llama faro y no siempre tiene una connotación negativa.